Jesucristo está muy sobre-estimado.

2005

El otro día, dándome un baño de espuma en la tina, y divirtiéndome al ver como el chorro del agua no tenía suficiente potencia para mover mi enorme pene, asocié mi frondosa mata de vellos púbicos con la barba de Jesucristo, quien a menudo recibe el nombre de “Maestro”, “Salvador”, “Señor”, y varios otros que parecen sacados para el protagonista de una película de sumisión sadomasoquista en vez de para un símbolo religioso.

Nacido hace 2005 años, su leyenda se ha mantenido viva a través de un centenar de propagandas y símbolos que intentan demostrarnos que murió en la cruz por nosotros, los sucios, inmundos y mal agradecidos seres humanos…

sin embargo, yo tengo una hipótesis distinta: Él murió porque se dejó atrapar, en primer lugar.

Así es: se dejó atrapar. Qué juicio con Poncio Pilato ni qué mierdas… Cristo estaba escapando de Jesuralén directamente a la frontera de Alemania montado en una burra, cuando fue interceptado por dos efectivos de la policía romana. Esa es mi teoría y mi palabra, y si no la crees, es porque no estás preparado para ver la luz y significa que eres un fanático terrorista de mierda en estado de negación.






Jesucristo esto, Jesucristo 
aquello… ¡sáquenme a 
Jesucristo, por el amor de 
Herodes! ¿Acaso Jesucristo 
inventó Windows? ¿No? 
Entonces no te ha ayudado
tanto como Bill Gates.








La historia se ha encargado de glorificarlo de una manera tan desmedida y fuera de órbita, que, de hecho, lo han convertido en un extraterrestre… y es que el ser humano promedio, cuando llega a la edad de 33, se ha echado un total aproximado de 50.000 pedos a lo largo de su vida, pero según cuenta La Leyenda, Cristo no debió haberse echado ni uno, porque tenía el ano completamente inmaculado: con la frescura del agua bendita y la fragancia de las rosa.

Por otro lado, hay un hecho innegable… y es que Cristo se follaba a la María Magdalena. Obvio e irrefutable… además de que lo dice el Código DaVinci.


En una era en la que uno 
perdía los dientes al llegar a los 
veinticinco años, y desarrollaba 
a temprana edad cualquier mal 
que hoy día achacaría sólo a 
los ancianos, Cristo no sólo 
tenía una sonrisa pepsodent 
plus y un bronceado 
californiano, sino además unos 
llamativos ojos azules y una 
figura esbelta y casi atlética… 
estoy seguro de que si lo 
hubiesen crucificado desnudo, 
la Iglesia se hubiera encargado 
de representarlo con un pene 
de medio metro.




¿Quién me dice a mí, por ejemplo, que cuando lo estaban juzgando junto a Barrabás, y el pueblo prefirió a Barrabás, Cristo no estaba pensando en algo así com “Mira éstos malditos joputas guarros qué malagradecidos”? Porque yo lo hubiera pensado, seguro que sí… es más: yo me hubiese bajado la bragueta (o me hubiese levantado la túnica, para sus efectos) y hubiese meado al pueblo.

Igual al tío que estaban crucificando al lado de Jesucristo… le viene a pedir piedad y una entradita al cielo justo antes de morirse. ¡Qué aprovechado! ¿Quién me dice que Jesucristo no lo mandó a la mierda? Porque de ser yo, muevo el brazo hasta despegar el clavo de la mano, me agarro la picha, y le meo también, porque a mi Casa no entra ni cagando ostias.

Luego viene la mejor parte, que la gran mayoría, en su niñez, habrá escuchado hasta el cansancio, el cuento más famoso de toda la leyenda:

“Y al tercer día, Los apóstoles y la Virgen María juntaron las siete bolas del dragón, y resucitaron a Jesuscristo”

¡gran mierda! ¡Superman resucitó a sólo un día después que el Hombre de Criptonita lo matara!


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