El otro día, fui a devolver un MOUSE defectuoso a una tienda.

7 de febrero de 2006

Si hay algo que detesto más que nada en el mundo, es que me vendan un producto defectuoso.
El hecho de que estén dispuestos a hacerme la devolución es lo de menos, el problema es coger mi carro y tener que conducir QUINCE MINUTOS hasta la tienda, estacionar, bajarme, y luego explicarle a cualquier empleado la situación.

Así que cuando llegué a mi casa y me enteré de que el aparato no funcionaba, me molesté.

Ofuscado porque arruinaron mis treinta minutos de conexión nocturna que me sirven para relajarme antes de irme a la cama, decidí colocar el producto de vuelta en la caja, y esperar despierto hasta que amaneciera.

A las 8:00 AM, me subí al carro, y conduje hasta la tienda.

Cuando llegué al lugar, la secretaria se me queda viendo, y sin tener la cortesía de darme primero los buenos días, me pregunta: ¿en qué le puedo ayudar, señor?

Ni siquiera tenía la sumisión adecuada con la que se debe tratar a un cliente que va a devolver un producto defectuoso (y ella lo tenía que saber ya que yo tenía la caja), por lo que le pegué una cachetada con el reverso de la mano y la tumbé de la silla.

Con la cara enrojecida como un tomate, se me quedó viendo por un rato, incrédula, y después rompió a llorar.

Los otros clientes que estaban ahí cerca se apartaron de inmediato y comenzaron a hablar de mí en voz alta.

Un empleado vestido de rojo se apareció casi de inmediato y se interpuso entre ella y yo, pero antes de que lograra decir:¿qué pasa? lo levanté y lo tiré contra una vidriera.

Una señora que sostenía un teclado nuevo en las manos exclamó "está loco". Supongo que ella pensó que no la iba a escuchar pero sí la escuché. Así que le arranqué el teclado de las manos y se lo aplasté contra la cabeza.

Cayó al suelo lentamente, con los ojos desorbitados, intentando agarrarse de la franela del muchacho que estaba al lado de ella. Presumo que era su hijo pues se puso a llorar de inmediato... me hizo gracia porque una tecla se le enredó en el pelo.

El gerente apareció y me dijo que estaba cometiendo un error, que me tenía que tranquilizar porque podían demandarme, y cualquier cantidad de cosas más... yo le tiré la caja del mouse en la cara y le expliqué lo que sucedía.

Aceptó cambiármelo por otro mouse, cosa que de igual manera no impidió que rompiera de una patada un monitor de 35 pulgadas que estaba cerca.

Mientras buscaban otro mouse en la trastienda, decidí que tenía sed, así que tomé la jarra de café hirviendo (que es como a mí me gusta) y me la bebí a pico de botella.

Al rato, una empleada me trajo otro mouse, con las manos temblándole. Se lo quité y después le dí un puñetazo en la cara.

Saqué el mouse de la caja y me lo guardé en el bolsillo para tener las manos desocupadas, ya que las iba a necesitar para destruir la tienda... los empleados intentaron ponerse en mi camino, gritando, y pidiéndome que no hiciera nada porque los iba a dejar sin su medio de trabajo. Arranqué un ventilador del techo, después le quité una aspa y se la incrusté a una fotocopiadora XEROX para poder usarlo como un bate.

Destruí todos los monitores, printers, escáneres, PC's y mercancía que encontré en mi camino, haciendo volar partes de equipos, chips, cables y pedazos de plástico por todas partes.

Me detuve finalmente cuando no quedaba una sola luz amarilla o verde titilando en ninguno de los aparatos que antes estaban alrededor, arrojé mi bate improvisado y batí las palmas para sacudirme el polvo de las manos.

Antes de irme, cargué a la secretaria, la senté sobre una montaña de escombros y tomé su virginidad.
Me fui del lugar y conduje de vuelta hasta mi casa.

La semana que viene pretendo volver a la misma tienda para comprar una computadora nueva.

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