El otro día me soplé el pene en la mesa y a la gente no le gustó
12 de enero de 2007
La gente es hipócrita, yo lo sé, pero cuando dicha hipocresía viene de nadie menos que tu propia familia, entonces eso no sólo duele, sino que además, te da algo en qué pensar...
Vivimos en una sociedad tan obstinante, cretina, y ridículamente codificada hasta el colmo de lo infinito, que tenemos que ponernos a meditar al menos dos, cuatro o seis veces las cosas que decimos antes de decirlas o lo que hacemos antes de hacerlo, pues si no, entonces los demás se toman la libertad de ofenderse a la ligera con uno, y tal vez ni siquiera por convicción personal, sino porque son puras normas absurdas de sociedad.
Resulta que yo nací con una extraña condición que poca gente posee: puedo soplar por el miembro.
Así que después de que mi primo hizo un chiste y todos se rieron, yo quise hacer lo mío. Llamé la atención de la gente para que me vieran, me bajé el zipper del pantalón y, cubriéndome el pito para que las mujeres no lo vieran, soplé por el pene haciendo que la servilleta se moviera y todo.
Total que todo el mundo se quedó callado y mi mamá me vio con mala cara. Cambiaron el tema sin decir nada, y me hicieron pasar pena.
Malditos sean.
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